POESÍA

Cercanos a un nuevo giro en el calendario gregoriano, compartimos la primera parte de la «Antología digital de Abstemios & Ascetas», una selección de los poemas publicados durante el 2020 en nuestra web. Comenzamos con los escritos de Luis Eduardo García, Ángela González, Ignacio Mardones Nally, Juan Morel, Gisella Morety, Jonnathan Opazo e Isma Rivera.

Luis Eduardo García (Guadalajara, Jalisco, 1984). Es autor de Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus Rothkowitz (Tierra Adentro, México, 2012; Libros Tadeys, Chile, 2015), Una máquina que drena lo celeste (Zindo & Gafuri, Argentina, 2014), Armenia (filodecaballos, México, 2016), Mis poemas Alt Lit (Libros del Pez Espiral, Chile, 2017), Dhigavostov (Luzzeta Editores, México, 2018) y Bádminton (2018), título publicado por Libros Tadeys. Link a todos los poemas.

*

El bádminton se parece a la música 
pero no es música.
Se parece a los caballos
pero no es un caballo.
A veces, en sus rectángulos
cae algo parecido
a la lluvia
pero por supuesto
no es lluvia.

*

Mi sueño 
es demoler el bádminton
y construir sobre sus ruinas un supermercado.
Mi sueño
es destruir el supermercado
y volver a edificar el bádminton.

*

A veces no hay palabras
para expresar la fuerza del bádminton.
En tales casos lo mejor
es evitar decir
«no hay palabras
para expresar
la fuerza del bádminton»
y sólo
seguir jugando.

*

Cuando los fantasmas no están abriendo cajones o azotando puertas, juegan bádminton. Si pudieras verlos quedarías encantado con esa danza de sábanas ligeras, con sus ojos huecos atentos a la trayectoria del volante.
Tal vez no lo creas, pero ahora mismo hay dos de ellos jugando cerca de ti. Cada vez que pasan a través de tu cuerpo te hacen bostezar.

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Ángela González Covarrubias (Curepto, 1987). Poeta y profesora de Estado en Castellano. Ha participado de distintos talleres literarios. Colaboradora de Ediciones Pueblo Culto. Link a todos los poemas.

SILVER AMNESIA


Sus cenizas fueron esparcidas por el cerro Wil Wil  
todos lo conocían
John Amnesia creció en el centro del pueblo
deambulaba en estado alfa, decían
le faltaba sueño, le sobraba magia
veía el futuro en las pupilas
los vecinos eran cines ambulantes
de terror y ciencia ficción

Decían que levitaba por las noches
por las calles que nadie recorre
cuando solo los faroles acusan moralidades

Bryan Amnesia bebía apasionadamente
vino en caja para el hambre
vino con tristeza
vino con alegría
y pasaba días sentado en la pileta
mirando la cruz caída
de una iglesia muerta
Revolvía el agua musgosa
con una varilla de maqui
tomaba el sol en el borde
y le echaba un vistazo al futuro de los transeúntes
ebrio siempre acertó
sobrio siempre sonrió

Un día se le acabaron las ideas
volvieron los recuerdos
que con mucha dedicación
había mandado a borrar
volvieron las memorias que lo aniquilaron
se le secó el corazón
Y en la pileta de la plaza
se dejó consumir por los rayos
día tras día
se deshizo de sol
nadie supo de su cuerpo
nadie supo de sus últimas palabras
de su último suspiro
nadie recuerda su nombre

Se dice que el puelche
llevó sus cenizas al Wil wil
y desde allí vigila las mentes ebrias
y las memorias perturbadas
de los que han sido tragados
por el pueblo de la indiferencia

Kevin amnesia se esparce en paz


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Ignacio Mardones Nally (Santiago, 1990). Estudió cine, ha escrito guiones y realizado servicios editoriales. Actualmente trabaja como editor. La península (Chancacazo, 2016)  es su primer libro. Link a todos los poemas.

PRISCILA


Esa mujer tiene cara de Priscila.
Con ese peinado su cabeza parece un animal
de sonoridades extrañas.

La inteligencia rodea su cuerpo como placenta fresca.
Pero ella fijó sus ojos en mí una tarde
cuando los edificios amenazaban.

Los carteles lucían oscuros, detrás estaba el sol.
En la lentitud de abril es normal detectar ventanas rotas
y ver en el futuro un arma cargada.
Un revólver de muchos destellos.

Llamaré al cielo tal cual lo observe, Priscila.
Y en los cambios será un grito fugitivo
hasta que mi boca se vuelva ágil y lo rebane: excéntrico, ansioso
delgado como una línea fuera del jardín.

Esos terrenos deshabitados distorsionan mi realidad.
Al imaginarlos están menos solos y yacen en su tragedia
–intocables como un frío omnipresente.


DIANA


Las lagartijas copulan en sus trenzas
porque ella duerme.

En un puente está la otra.
Acaricia barandas receptoras de lluvia.
No tiene castigo.
Contempla los hierbajos de menta y jazmín.
Furia y obsesión.

Regresará para obtener su premio:
dos colas inquietas
que esmaltarán sus uñas.
Hablará por última vez para decir:
“Adiós niña romana, gracias por estos
tallos sangrientos”.


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Juan Morel Rioseco (Santiago, 1985). Sociólogo, licenciado en estética y músico. Ha investigado y publicado sobre anarquistas chilenos de principios del siglo XX. Link a todos los poemas.

SAN PEDRO


He entrado en casas familiares
Donde siguen creciendo cactus alucinógenos
Que fueron plantados en plena juventud
Asumiendo que un día habría tiempo para la cosecha

El adorno momentáneo se fue haciendo permanente
Ya no hay tardes tan largas para alargar el tiempo de esa forma
Ahora los juguetes de los niños interactúan con el tallo verde
Sin saber lo que oculta en sus espinas
Los rostros que aparecen como un juego secreto
Entre los sentidos y los manuscritos de la mente

Los juguetes tienen el mismo destino del cactus
Perder un día la función que los trajeron a esa casa
Quedar en el mismo rincón
Esperando ser nutridos por la tierra del mismo patio
Que asume la función de la memoria
Cuando todos olvidaron recordarla


CUESTA CREER QUE SEAN ASTROS


De tanto mirar el cielo de Santiago
Ya no reconozco las estrellas
no sé si es polvo pegado en los vidrios
o aviones que dejaron de moverse
tras haberlo visto todo

Pero cuesta creer que sean astros
Soles y planetas bailando en la lejanía
Sin saber que alguien los observa
Entre los edificios de un planeta
En que en uno de sus lados
Ya se ha hecho de noche 


UN GATO QUIERE ENTRAR A MI CASA Y YO SE LO PERMITO 


Alguien prende una chimenea a fines de octubre 
Yo intento amarrar pesos a las cortinas que se vuelan con el viento
He escuchado los pasos de todos los que recorren este pasillo
Un gato quiere entrar a mi casa y yo se lo permito.
La araña baja en un silencio minucioso
-un soltar minúsculo de sonido que no escucho-
pero se arrepiente a medio camino al ver que la he mirado
y yo me arrepiento al mirarla de hacer algo al respecto.
El motor de un auto sigue siendo más simple que el motor de los árboles
El viento pareciera atravesar el vidrio, pero es solo un quejido
Sabe que no puede votar los edificios de un país que nació de un terremoto
El humo de la chimenea, sin embargo, se cuela entre las grietas
porque ni las ventanas, ni los abrazos, ni los dedos presionando el agujero,
ni los pesos sobre las cortinas, ni el pasado reciente de los pasos del pasillo
pueden cubrir el espacio que aparece entre cada unión de un elemento.
Y octubre lo sabe tan bien como el gato que envía este mes a saludarme
Para que yo tenga algo que contarle.

Octubre 2018

Gisella Morety Robles (Curicó, 1985). Historiadora del arte, conservadora y restauradora de bienes culturales museables. Sus poemas han sido publicados en antologías colectivas y autogestionadas. Mantiene el instagram Curicó Visual.
Link a todos los poemas


NIDO VACÍO DE LAS CUASI MADRES DEL MAULE


Los hijos ahogados en el río Maule
salen a flote
todas las medias noches
y ahí es cuando vamos las madres
las madres partidas por la mitad
ma
trozos de madres incompletas
medias madres
cuasi madres |
a prenderles velas por la rivera
que está llena de animitas anónimas
y meter lo que nos queda de cuerpo al agua
para dar vuelta los cadáveres
uno por uno
NO ES MI HIJO
NO ES MI HIJA
NO ES MI HIJO
y nos ahuecamos el vientre
con las piedras afiladas que lleva el río Maule
con las piedras afiladas que golpean a los hijos
en el transcurso del viaje
Y damos vuelta los cadáveres
gritando
¡NO ES MI HIJO!
¡NO ES MI HIJO!
hasta encontrarlo con la carita azul
en la parte más honda
y más roja
y lo metemos en nuestro vientre ahuecado
para flotar de espalda
hasta convertirnos en las balsas
que llevan a los hijos
de regreso a casa


MÁS ESPOSA QUE NADIE (de la serie Discursos ideológicos)


Yo no tengo solamente un marido
los maridos solo sirven para ser esposa
y entre más maridos tengo
soy más esposa
yo sólo quiero ser más esposa que nadie
Y entre más maridos tengo soy más esposa
lavo más platos
pero como en familia más veces
sirvo más onces
pero cumplo más aniversarios
limpio muchas casas
pero hago el amor todas las noches
armo más bolsos para sus viajes de negocios
pero tengo más amantes entrando por la ventana
Yo no tengo solamente un marido
los maridos solo sirven para ser esposa
y entre más maridos tengo
soy más esposa
yo sólo quiero ser más esposa que nadie


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Jonnathan Opazo (San Javier, 1990). Es autor de Baja fidelidad (Aparte, 2019), Cian (Cuadro de Tiza, 2019) y Junkopia (Bifurcaciones, 2016). Colabora con crónicas y reseñas en medios digitales y escritos. Estos poemas pertenecen a Ceremonia (inédito). Link a todos los poemas.

PERLAS DE CONTRABANDO EN EL MERCADO DE LOS SENTIDOS


parece que siempre hubiésemos querido
enmudecer ante un leño ardiendo 
los rayos catódicos, la alta definición 
de las pantallas imposiblemente planas 

con bisontes o vehículos veloces 
la necesidad de olvidarse, dejando 
que los ojos —perlas de contrabando 
en el mercado de los sentidos— sean 
hoyitos en la pared por la que espiamos 
el cuerpo maduro de un desconocido 
la grieta y la luz, cuerdas para entonar 
el himno del deseo y el vacío que lo llama 

anillo de nervios que se contraen 
en las cuencas del rostro astuto 
del lanza de mall chino, veloz 
en el arte de robar chucherías 
tráfico en feria de fin de semana 

entonces: el mismo gesto repetido 
sin cesar es la historia del cuerpo 
sobre la tierra: mudez esteta 
o viveza de cazador en el trámite 
de la sobrevivencia: perlas de contrabando 
en la historia de la especie

mirada pánica de medusa o mal de ojo 
guiño que invita a la cama 
éxtasis de santo que mira a su dios 
en el momento exacto en que su dios 
lo mira para aniquilarlo / leño ardiendo 
o teléfono celular: midriasis 
mundo que se derrama  
en la vasija del cráneo


* * *  


Vi los pétalos del cerezo 
sobre la tapa del basurero. 

Los contornos amarillentos 
en los charcos tras la lluvia. 

Una primavera de papel aluminio 
y un solsticio en envase de plástico. 

Así nos va: del día trocitos, papeles 
con mensajes que lanzaron desde 

el último pupitre de la sala, fotografía 
pixeleada en la farsa del recuerdo: 

un membrillo podrido  
para el invierno de las hormigas. 

Melcocha o popurrí de imágenes 
de involuntaria belleza para surtir 

la escritura del poema: superposición 
de placas tectónicas, terremoto  

en el corazón del silabario. Entonces: 
fijar el vértice de la rama desnuda 

donde crece el digueñe: la mirada 
de pronto descubre el fruto.  

Sacudir el árbol hasta que caiga la seta: 
la fruta entre tus caries, la palabra.  

Esperar la estación, remontar el sendero 
en actitud de paseante —no olvides 

llevar zapatillas y una botella con agua. 
Nunca escribas sin arneses y un cuaderno 

de partituras o dirán de ti: desafinado, 
disarmónico, otra cosa es con guitarra, 

atonal y rebuscado, pretencioso, 
escaso manejo musical, oreja de palo.  

Evitar torpezas, de esto depende tu  
vida: sismo perfecto para el deleite 

de los exquisitos. Tintineo de botellas 
en la despensa, tenedores que chocan, 

el cuadro familiar cayendo para trizarse, 
el espejo que todo lo multiplica 

multiplicado en pedacitos. Incendiar 
el silabario, aprender a escribir de nuevo. 


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Ismael Rivera L. (1986). Poeta, cantor y editor. Ha publicado los poemarios Rincones (Chancacazo, 2010) y Desbautízame (Oxímoron, 2015). Tizne es su tercer libro y fue publicado el 2019 por Cerrojo Ediciones. Link a todos los poemas y a un artículo sobre su trabajo musical.

Arden los olivos en sus entrañas
arden los ojos de un niño de cinco
que pregunta a su padre, por qué
no acuchillar a un soldado.

**

¿Se puede hacer una fiesta escondiendo
a los muertos bajo la alfombra?
Pregunta el desdentado
con los rieles en sus pies.

**

Y miles de mujeres huirán del genocidio
con hijos del hambre en sus hombros
palabra peligrosamente parecida
al hombre que las persigue


**


Que se apague la ciudad en sus luces

cuando bajo un techo dos cuerpos
se encuentran sin coraza
en medio del incendio.

**

Sin importar cuán grande sea
la bandera
jamás podrá cubrir su propio charco
de sangre.

**

Escribir con la náusea atravesando la garganta
con una sonrisa en los labios
con voz ronca
con la propia y la de los muertos.

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