POESÍA

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Silver amnesia y otros poemas

Ángela González Covarrubias


SILVER AMNESIA


Sus cenizas fueron esparcidas por el cerro Wil Wil 
todos lo conocían
John Amnesia creció en el centro del pueblo
deambulaba en estado alfa, decían
le faltaba sueño, le sobraba magia
veía el futuro en las pupilas
los vecinos eran cines ambulantes
de terror y ciencia ficción

Decían que levitaba por las noches
por las calles que nadie recorre
cuando solo los faroles acusan moralidades

Bryan Amnesia bebía apasionadamente
vino en caja para el hambre
vino con tristeza
vino con alegría
y pasaba días sentado en la pileta
mirando la cruz caída
de una iglesia muerta
Revolvía el agua musgosa
con una varilla de maqui
tomaba el sol en el borde
y le echaba un vistazo al futuro de los transeúntes
ebrio siempre acertó
sobrio siempre sonrió

Un día se le acabaron las ideas
volvieron los recuerdos
que con mucha dedicación
había mandado a borrar
volvieron las memorias que lo aniquilaron
se le secó el corazón
Y en la pileta de la plaza
se dejó consumir por los rayos
día tras día
se deshizo de sol
nadie supo de su cuerpo
nadie supo de sus últimas palabras
de su último suspiro
nadie recuerda su nombre

Se dice que el puelche
llevó sus cenizas al Wil wil
y desde allí vigila las mentes ebrias
y las memorias perturbadas
de los que han sido tragados
por el pueblo de la indiferencia

Kevin amnesia se esparce en paz


ALZHEIMER


Decisiones arrepentidas 
Indecisiones amontonadas sobre la mano
El baile cruel de una vida neonata
Órdenes burladas por la policía
la rabia que ya viene
Y a tirones la desesperación de no acordarse
de no moverse
de no acordarse de moverse
Y una cosa lleva a la otra
una cosa lleva a la otra
y una cosa lleva a la otra

Y de pronto aparece la goma
O las migas del pan
que harán el trabajo sucio
Asaltando recuerdos
arremetiendo parientes
borrando nombres
asesinando rostros en primavera.
mientras un mate de indiferencia y confusión
estaciona para siempre la depresión estacional

Y brotan en tirones
Los parajes celestiales
que no se pueden borrar de la infancia
Y el resto nos quedamos como un sauce


CADÁVER NOCTURNO


Cuando las luces se apagaron  
Ya nadie supo qué hacer
sembraron capullos de ideas
sobre la tez del que ya no respira más
Que fue el exceso de pueblo
Que las esporas ladinas
se incrustaron en la mente del muerto
que el silencio de las tardes
carcomió su cráneo
que el canto de los grillos lo empujó
bajo el puente “la farmacia”
Le llenaron la cabeza de estrellas
la soledad apuñaló su sentido
aposando su corazón blindado

La memoria es frágil
Y todo cadáver es bueno
Cuando la historia es borrosa
Los ojos del pueblo se olvidan
De las estafas
Del maltrato y los abusos

Todo muerto es bueno
Pero el viento
Remueve los escombros del recuerdo
Y aparecen las escenas:
cuando lo echaron del liceo
rumor de manosear un prekínder
cuando puso un clavo
en la silla del profesor de ciencias
quien después de la tortura
se largó a vender seguros

Los rumores no mueren
no los de este pueblo
la piedad no existe
menos para el magnolio
que parece estar de fiesta
Ni para las camelias
cursis y sobrevaloradas
Cuando las luces se apagaron
un cuerpo cesó de respirar
y nació una historia
multiplicada cual esporas
diluyendo las neuronas
y agitando la lengua
de los pobres habitantes


MORIR DEL PUEBLO 
                                                                                                              Antes que estemos los dos/ Muertos o algo mejor                                                                                                                                                                   Christina Rosenvinge
Hoy relinchan las campanas
doblan y redoblan
y todos acudimos como
hormigas asustadas al templo cabina
a rezar por el difunto
a pedir, a sembrar
pensamientos de trigo
sobre el muerto molido

Casi siempre el occiso fue bueno
En raros casos es sometido
al escrutinio público de este pueblo
Entonces ¿qué haremos si hay dudas?
Dejar que pase el rato.
Sumarse a la mitad que estuvo con el finado
poco antes que dejara de parpadear
farandulizar al muerto
Esperar desesperados
a que el reloj avance
y pase el momento del entierro.
Y quedarse en casa.
Condenando al difunto
Qué no porque esté muerto vamos a decir que era bueno
Condonar nuestra actitud
¡Qué se nos pasó la hora volando!

Al parecer, perecer
Este pueblo
no a todos entristece.
Moriremos por la boca
Como ingratos y pechoños
Peces


Ángela González Covarrubias (Curepto, 1987). Poeta y profesora de estado en castellano. Ha participado de distintos talleres literarios. Colaboradora de Ediciones Pueblo Culto.

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