parece que siempre hubiésemos querido
enmudecer ante un leño ardiendo
los rayos catódicos, la alta definición
de las pantallas imposiblemente planas
con bisontes o vehículos veloces
la necesidad de olvidarse, dejando
que los ojos —perlas de contrabando
en el mercado de los sentidos— sean
hoyitos en la pared por la que espiamos
el cuerpo maduro de un desconocido
la grieta y la luz, cuerdas para entonar
el himno del deseo y el vacío que lo llama
anillo de nervios que se contraen
en las cuencas del rostro astuto
del lanza de mall chino, veloz
en el arte de robar chucherías
tráfico en feria de fin de semana
entonces: el mismo gesto repetido
sin cesar es la historia del cuerpo
sobre la tierra: mudez esteta
o viveza de cazador en el trámite
de la sobrevivencia: perlas de contrabando
en la historia de la especie
mirada pánica de medusa o mal de ojo
guiño que invita a la cama
éxtasis de santo que mira a su dios
en el momento exacto en que su dios
lo mira para aniquilarlo / leño ardiendo
o teléfono celular: midriasis
mundo que se derrama
en la vasija del cráneo
* * *
Vi los pétalos del cerezo
sobre la tapa del basurero.
Los contornos amarillentos
en los charcos tras la lluvia.
Una primavera de papel aluminio
y un solsticio en envase de plástico.
Así nos va: del día trocitos, papeles
con mensajes que lanzaron desde
el último pupitre de la sala, fotografía
pixeleada en la farsa del recuerdo:
un membrillo podrido
para el invierno de las hormigas.
Melcocha o popurrí de imágenes
de involuntaria belleza para surtir
la escritura del poema: superposición
de placas tectónicas, terremoto
en el corazón del silabario. Entonces:
fijar el vértice de la rama desnuda
donde crece el digueñe: la mirada
de pronto descubre el fruto.
Sacudir el árbol hasta que caiga la seta:
la fruta entre tus caries, la palabra.
Esperar la estación, remontar el sendero
en actitud de paseante —no olvides
llevar zapatillas y una botella con agua.
Nunca escribas sin arneses y un cuaderno
de partituras o dirán de ti: desafinado,
disarmónico, otra cosa es con guitarra,
atonal y rebuscado, pretencioso,
escaso manejo musical, oreja de palo.
Evitar torpezas, de esto depende tu
vida: sismo perfecto para el deleite
de los exquisitos. Tintineo de botellas
en la despensa, tenedores que chocan,
el cuadro familiar cayendo para trizarse,
el espejo que todo lo multiplica
multiplicado en pedacitos. Incendiar
el silabario, aprender a escribir de nuevo.
___
Jonnathan Opazo (1990). Recientemente publicó Baja fidelidad (Aparte, 2019) y Cian (Cuadro de Tiza, 2019). Colabora con crónicas y reseñas en medios digitales y escritos. Estos poemas pertenecen a Ceremonia (inédito).
https://mobirise.com best web builder