Por Eduardo Farías Ascencio
I
II
Cuando pienso en el espacio, me es inevitable abordarlo desde el concepto de Zona Temporalmente Autónoma, de Hakim Bey; en su argumentación, Bey instala este concepto (de TAZ) para dar cuenta de los espacios que no son vigilados por el poder, lo que se evidencia en el constructo de un mapa, el que nunca es 1 a 1, y aunque lo fuera, como hoy sucede con Google Maps, dentro del espacio mapeado hay espacios que escapan a todo tipo de control.
Me permito leer Colonia Penal, pensando en Hakim, pues en este poemario el espacio es tan importante como los sujetos que lo habitan, y porque Rivera complejiza la relación entre espacio, poder y control, ahondando más allá del testimonio personal, lugar de enunciación que resulta evidente, y necesario para quien sufre, en la configuración de un texto literario vinculado a la prisión y tortura.
Rivera articula la isla como un espacio de control, el que a su vez es autónomo del conocimiento público, ya que la isla dificulta no solo el escape, sino que el arribo de personas. ¿Qué sucede en una isla recóndita en el sur de Chile? Piensa un santiaguino en Santiago. Como dice el autor: "una isla te rodea como el mar que la circunda". Así, el Estado usa espacios para la detención y tortura de enemigos políticos que escapan al control del ciudadano porque la violación de los DDHH debe ser una actividad ocultada y oculta. Lo mismo aplica para los campos de exterminio de los nazis y las violaciones a los DD.HH. en el estallido social de octubre, muchas de las cuales sucedían en los calabozos de las comisarías durante la noche, mientras todos dormíamos.
Sin embargo, todo espacio de control tiene intersticios en los que el verdugo no tiene presencia ni conocimiento; en ellos radica la última autonomía posible de los cuerpos, porque se debe "buscar en la grieta que rompe la roca", dice el autor. De hecho, la escritura ha sido un acto de autonomía en contextos de prisión forzada, así se nota en películas como V de Venganza y 12 años de esclavitud, si se me permite la reflexión intertextual, en las que la escritura se vuelve otro acto de autonomía respecto del control del poder.
Así, en Colonia Penal las opciones más desoladoras o liberadoras de la autonomía que se intenta arrebatar (cuando la libertad sí lo ha sido), si se estima así, son las vinculadas al silencio y a la muerte: "Arrebatarle al verdugo el placer de matarte"; "siempre ser la mudez de la piedra", dice el autor. Así, las zonas temporalmente autónomas vinculadas a la autonomía en el contexto de este libro son la muerte y el silencio.
III
La calidad poética de Colonia Penal se refleja en el trabajo editorial y de diseño de las personas a cargo de Nadar: Diego Mellado y Slavia Maggio. Y no solo lo digo por la relación de este poemario con la dictadura que se establece en los mapas usados; sino que también lo manifiesto por los diversos tipografismos que permiten visualizar las letras como islas en el mar blanco de la página.
En las terminales de la tipografía de los poemas se aprecian los acantilados de la isla, y en la ampliación visual de algunos poemas la tipografía usada muestra el contorno accidentado de toda isla. El resto de sutilezas tipográficas es tarea de ustedes advertirlas.
El constructo visual del libro engrandece lo proyectado poéticamente por el autor. Felicitaciones a los editores, mi absoluta admiración y amor a su profesionalismo con la hechura del libro.
IV
Agradezco haber participado del proceso de edición de este libro, específicamente en la edición poético-textual, contribuir en el camino de un amigo, quien es también mi editor, es uno de los placeres existenciales que me da la edición.
V
“Ningún perdón para los verdugos”, dice el autor
Sí, ninguno
también para quienes, en nombre de la seguridad y la paz, los justifican.
Santiago, 2023
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