HOMENAJE

Melodías hermosas que dicen cosas terribles. Homenaje a Mark Lanegan.

Por Valería Kandalaf

“Me gustan las melodías hermosas diciéndome cosas terribles”. Esta frase atribuida a Tom Waits parece sintonizar de forma exacta con lo que me pasa cuando escucho a Mark Lanegan. Sus letras calan hondo, y no solo por lo vívido de las imágenes que tejen en mi mente, sino precisamente por el tono de su voz. Algo fascinante ocurre con ella. Incluso, si lo pienso mejor, podría hasta cantar en un idioma inventado y sé que de todos modos lograría estremecerme. Es como si su voz contuviera toda la autoridad y oscuridad que se requiere para hablar del dolor, la tristeza, la decadencia; del romanticismo más sombrío y de la redención. Ni falta hace leer sus libros para tener la convicción de que todo lo que hay en su música es real.

Esas melodías hermosas de las que habla Tom Waits pueden provenir de la guitarra tristona, medio blusera y algo country que habita en sus primeros discos; o de sonidos más sucios y estruendosos que crean atmósferas oscuras y saturadas, a veces con matices góspel, incluso cuando da un giro más electrónico. Esa electrónica dark y ochentera que es simplemente hermosa. Y es que fácilmente me imagino en una discoteca de pueblo, medio vacía, con una bola de espejos o con esas lucecitas de navidad medias estropeadas que intermiten al ritmo de su propia lógica, bailando y cantando: “Do you miss me, miss me, darling? God knows I'm missing you” de Nocturne, o “A mountain of dust burns in your mouth. Here there's no north, just south” de Ode to sad disco, con esa melodía tomada prestada de Keli Hlodversson que te transporta súbitamente a una discoteca triste. Mención especial para las sublimes colaboraciones con Soulsavers y Greg Dulli.

Mark Lanegan - Ode to Sad Disco (Blues Funeral, 2012) 

Para quienes tenemos algunas heridas familiares, historias de exceso, una que otra pena de amor y que además nacimos con esa sensibilidad perturbadora que nos ha vuelto un tanto nihilistas, Mark Lanegan es como leer a Cioran o a Camus, es terrible pero extrañamente esperanzador. Al principio, una de las cosas que me atrajo de él fue que, conociendo un poco de la intensa y decadente primera parte de su vida, decidió vivir. No solo por la experiencia espiritual que tuvo en el hospital donde se rehabilitó, sino incluso en los peores momentos de su vida. Es que siempre me ha parecido un sobreviviente y, en este caso, no separo al artista de la obra, su propia vida espejea sobre su quehacer creativo. Su música es como una purga, como un tren que arrasa con todas las penas, no sin antes intensificarlas. Porque debo admitir que hay algo de masoquismo en todo este ejercicio.

Otra cosa que me conmueve desde hace años, es que tuvo que lidiar con las muertes de algunos de sus amigos, algunos de ellos tan conocidos como Kurt Cobain, Layne Staley o Anthony Bourdain. Justamente a este último, a quien acompañó en un capítulo de su programa dedicado a Seattle, le comentó: “Extraño a tantos tipos que estaban por ese entonces y que ya no están, ya sabes, algunos de mis amigos… pero así es la vida". En ese mismo capítulo se ve a Lanegan comiendo animosamente unas tapas en un restobar español llamado Ocho. En otra entrevista, narra que lo peor que había comido en su vida era lo que preparaban en su casa de infancia. Mark, según su percepción, tuvo una madre que no lo quería mucho y un padre que era buena gente, pero alcohólico. De lo anterior podemos asumir que no creció precisamente en un ambiente amoroso y sabemos que eso se percibe en la comida. Cuenta que generalmente consumían vegetales enlatados y ollas de estofado de albóndigas medio crudas. A su papá le gustaba hacer sándwiches de paté de hígado y queso velveeta, aparte de los panqueques que lamentablemente le quedaban quemados por fuera y crudos en el centro.

Anthony Bourdain, Mark Lanegan y el guitarrista Jeff Fielder (Anthony Bourdain: Parts Unknown)
Estoy hablando de comida porque mal que mal esta es una revista digital donde las principales temáticas son la literatura y la cocina. Entonces, ante su reciente e inesperada muerte, me parece interesante abordar algo que no es para nada mencionado en los artículos sobre su vida. Más aún cuando tengo conocimiento de que era un hombre que amaba la comida y al que le gustaba mucho cocinar. Definitivamente habría sido un lindo tema para entablar si hubiese tenido la posibilidad de hablar con él. Aldo Benincasa, amigo del músico y encargado de traerlo a Chile en más de una ocasión, me contó que Lanegan era fanático de las morcillas, y que no solo le gustaba comerlas sino hacerlas él mismo. De hecho -según me cuenta Benincasa- la primera vez que las probó asadas fue en su propia parrilla. Ese dato me encanta porque yo misma soy fan de las prietas, con o sin arroz, con o sin nueces y ahora, cuando las como, recuerdo que era uno de sus platos favoritos. No sé, son esas cosas que me hacen sentir bien, aunque no tengan ni una cuota de sentido.

A pesar de lo desencajada que me dejó su muerte y de la pena que aún puedo sentir por eso, junto a Abstemios & Ascetas (declarados amantes de la música de Lanegan) se nos ocurrió que sería un lindo homenaje juntarnos, dejar correr su playlist y cocinar el plato que él mismo eligió comer si fuese su último día en la tierra: pollo al estilo marroquí. Sin duda, una excelente elección.

Pollo al estilo marroquí, versión A&A

Por mi parte, mis deseos para ti querido Mark, es que estés sentado en una mesa inmensa con todos tus amigos e ídolos muertos, cantando, guitarreando, bebiendo y comiendo todas esas cosas que tanto disfrutabas. Curry de cabra, pudin de faisán, patas de chancho y hamburguesas ahumadas, por mencionar algunas. Tu voz resonará por mucho tiempo en esta dimensión. Gracias por acompañarme en tantos momentos y estremecerme como muy pocos músicos lo han hecho.


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Mark Lanegan
 (1964-2022). Fue un compositor y cantante estadounidense conocido principalmente por ser la pieza vocal de la banda Screaming Trees y su éxito como solista. Grabó más de diez discos de estudio y también formó parte de las bandas Mad Season, The Gutter Twins, Soulsavers, The Twilight Singers y Queens of the Stone Age. Además, colaboró con músicos como Nick Cave, Isobel Campbell, Moby, Slash, Duke Garwood, entre otros. 

Acerca del autora:
Valeria Kandalaf Rebolledo (Saladillo, 1981)
Muy interesada en el Eros pero fuertemente vinculada al Tánatos.
Socióloga. Productora en Festival de Cine FELINA
Aprendiz en @cabezasdepescao

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