PROSA

APROXIMACIONES
A LO PIANTE

Por Juan Morel 

Festejando o São Martinho ou Os Bêbados (1907) - José Malhoa
Existe un lugar llamado Lo Piante. Nunca sabemos realmente si llegaremos o no a ese lugar, si el destino de la noche contempla a Lo Piante en su recorrido. Pero, una vez que estamos ahí, es innegable la certeza de que hemos llegado.

En Lo Piante el dialecto primordial es la ilusión y la risa: todas las tallas tienen sentido y todas son hilarantes, todas las ideas son geniales y realizables, cualquier canción que se componga en ese sitio será aclamada por los habitantes de Lo Piante como una obra maestra de la humanidad. “¿Cómo no se le ocurrió a alguien antes?” Dirán con honesto asombro. Discos, libros, películas y todo tipo de ideas se proyectan desde las mentes piantes de esos habitantes, y comienzan a decretarse plazos como “altiro” o “mañana”. Mientras que en el aire se respira la certeza de que esos proyectos no sólo llegarán a puerto sino que son estrictamente necesarios y que no realizarlos sería una crueldad con la especie.

Hay quienes argumentan que Lo Piante no es un lugar sino un estado. Sin duda a Lo Piante “se llega”, y se llega desde un lugar que no es Lo Piante, generalmente trasladándose de la mano de distintos estupefacientes como vehículos de transporte colectivo. ¿Pero no se llega también a los estados desde otros estados?

La distinción analítica que decida si es un lugar o un estado es algo propio de un concilio, pero dada la inorgánica que caracteriza a Lo Piante, no existe tal concilio ni tal jerarquía para solucionar este asunto. De existir, además, tal disposición, el lugar o estado en que se lleven a cabo las conversaciones no podría ser Lo Piante, pues, de ocurrir todo en tal estado o lugar, no se llegaría nunca a soluciones, y todas las respuestas serían válidas y todos los argumentos tan geniales como ridículos, y, posiblemente, al volver desde Lo Piante al mundo terrenal, muchas de las lógicas argumentativas serían olvidadas por los miembros del concilio a quienes ya poco importará la discusión, sino sólo saber dónde conseguir un poco de agua. Aunque también es posible —porque se puede ser piante pero no ingenuo— que se llegue rápidamente a esos barrios de Lo Piante en que hasta los argumentos más parecidos pueden ser motivo de peleas, esos sectores en los que se escucha por horas a dos personas decir exactamente lo mismo sin llegar nunca a ningún tipo de consenso, salvo que la conclusión, horas más tarde, sea lo bien que se pasó discutiendo.

De koning drinkt (1640) -  Jacob Jordaens
Quizás, si se quieren solucionar estas problemáticas sobre la esencia o materialidad de eso que llamamos Lo Piante, el concilio deba darse, precisamente, camino hacia Lo Piante, como una conversación entre aquellos que viajan en bus o caminando mientras toman algún vituperio para no llegar tan atrasado, ni poco piantes, a ciertas reuniones. El tema es que la discusión existe y más de uno ha escuchado esgrimir sus ideas a algunos habitantes, o ex habitantes, de este curioso Estado-Lugar.

Para unos, decir estado no hace tanta referencia a algo así como una administración geopolítica ni forma alguna de organización de la violencia y de las cosas, sino más bien a la diferencia entre lo líquido y lo gaseoso, entre el agua, la nube y el hielo, metáfora desde la cual a Lo Piante se llegaría tras la ebullición y se comenzaría con dejar de ser tan sólidos como somos cada día.

¿Pero esa forma de pensar un estado no sería acaso similar a la emoción? ¿Es una emoción Lo Piante? Cuando se hace esa pregunta, el público responde, sin afán alguno de desmerecer lo sentimentalista, que sin duda no es una emoción, pues no es lo fundamental la forma placentera o dolorosa del sentir frente a una situación, sino la interacción del grupo. Y si todo se trata de una forma de interacción social, de un volátil y extraño conjunto de normas y conductas, hablar de que Lo Piante es efectivamente un estado, incluso en el sentido político de la palabra, vuelve a tener un sentido que genera una siempre cuestionable certeza entre los presentes.

Los estatistas clásicos, distinguen un estado como el conjunto de formas que puede tomar tanto el grupo como el individuo, principalmente en sus relaciones. Hay quienes relacionan estas visiones con los piantes cybernéticos (más estatistas que lugaristas), que analizan este estado según los input y output de la relación social, o bien, del sistema social que es Lo Piante. Los análisis más interesantes de esta corriente proponen que un conjunto de inputs que en Lo Prado o Lo Barnechea serían vistos como algo extraño y provocarían gestos de desprecio entre la población, en Lo Piante pueden ser elevados a la categoría de obra maestra en distintos géneros posibles. Visto así, Lo Piante sería una mera deformación de la realidad en que ciertos estímulos generarían respuestas inesperadas en sujetos neurotípicos. Respuestas que, además, son comunes en todos los habitantes de Lo Piante.

El borracho, Zarauz (1910) - Joaquín Sorolla y Bastida

Los estatistas clásicos, distinguen un estado como el conjunto de formas que puede tomar tanto el grupo como el individuo, principalmente en sus relaciones. Hay quienes relacionan estas visiones con los piantes cybernéticos (más estatistas que lugaristas), que analizan este estado según los input y output de la relación social, o bien, del sistema social que es Lo Piante. Los análisis más interesantes de esta corriente proponen que un conjunto de inputs que en Lo Prado o Lo Barnechea serían vistos como algo extraño y provocarían gestos de desprecio entre la población, en Lo Piante pueden ser elevados a la categoría de obra maestra en distintos géneros posibles. Visto así, Lo Piante sería una mera deformación de la realidad en que ciertos estímulos generarían respuestas inesperadas en sujetos neurotípicos. Respuestas que, además, son comunes en todos los habitantes de Lo Piante.

Como es de esperarse, cuando los sectores más románticos escuchan estos frívolos análisis que dejan a los piantes como unos bufones de sí mismos ante los ojos de Dios o la naturaleza, se disponen de inmediato a trabajar en una obra de teatro, un ensayo después, y una canción de estadio finalmente, en que se defiende una visión de Lo Piante como un lugar que se está perdiendo, cuyos caminos de acceso están cubriéndose por el follaje de la tecnología, haciendo a hombres y mujeres olvidar ese ser piante que llevan en sí mismos, ese ser desde el cual surgen creaciones de carácter tan elevado que quizás los dioses prefieren quedarse con la exclusividad de esas obras, y ocultarlas del resto de los mortales por medio del efecto amnésico propio de los elíxires que nos transportan a Lo Piante. Desgraciadamente los románticos suelen ser unos desenfrenados visitadores de Lo Piante, por lo que nunca terminan sus cometidos y los argumentos que esgrimen sólo los conocemos por quienes tomamos notas de sus comentarios antes de llegar juntos a Lo Piante.

Y junto a estatistas, estatistas unidos, piantes-cybernéticos y románticos, están los otros, los primeros, los que precisamente niegan que esto sea un estado o una situación, sino que es un lugar y sólo eso, como Lo Vásquez o Lo Pinto, pero de manera completamente diferente. Los geomaterialistas más recalcitrantes plantean que todo es sólo un lugar, una materia en el tiempo-espacio, por lo que Lo Piante es un lugar al que se llega a velocidades relativas que pueden alcanzar incluso 0 km/seg, pues no es el desplazamiento sino el ambiente, el entorno del espacio, en lo que Lo Piante surge y se desarrolla, y que es, por tanto, lo que llamamos Lo Piante: aquel lugar donde ocurre tal fenómeno. Argumentan, retóricamente, que sin duda cuando pensamos en las veces que hemos estado en este lugar, pensamos en un espacio, y que ese, y todos los espacios, son Lo Piante. Incluso se ha escuchado citar a cierto filósofo panteista en este punto, pero suele ocurrir que, como estas conversaciones siempre se dan en “dirección hacia Lo Piante”, hay un momento en que los carteles de la carretera advierten la pronta llegada a este lugar-estado (que, ya hemos dicho, no se mide en kilómetros que faltan sino en intuiciones cuantificables), generando cierta ansiedad que hace que todos vayan desviándose del tema. Si aún prima la discusión racional, los argumentos lógicos, es señal inequívoca de que aún no se ha llegado al centro de Lo Piante.

Hay un problema en este lugar llamado Lo Piante: la fragilidad de su existencia. Basta un leve exceso dentro del exceso, un pequeño asomarse del zapato por el precipicio, o que el tiempo continúe su paso hasta que ya dejemos de creernos súper humanos, para que todo se derrumbe, de a uno o de a todos, y se pase inevitablemente, como si nada, de Lo Piante al sueño, al olvido, a una cama que no es más que la banca de una plaza o la plena acera pública, o quizás una micro que nos lleva sentados y durmiendo de vuelta a la normalidad de nuestras casas.

----------
The Drunkard (1883)James Ensor

Acerca del autor:
Juan Morel Rioseco (Santiago).
Sociólogo, licenciado en estética y músico. Ha investigado y publicado sobre anarquistas chilenos de principios del siglo XX.

Síguenos en redes sociales

© Copyright 2022 A&A - Desarrollado por MAUD - Asesorias Gráficas

Mobirise html maker