No recuerdo que hice a la mañana siguiente, pero si que al desayuno me hice una pailada de huevos chimbos y después fui a jugar una pichanga. No fue una cosa del otro mundo, sí de otro cuerpo, el que ahora no tengo, y el que muchos de los que fueron mis amigos infantiles tampoco tienen: 1989, campaña presidencial, Büchi, Aylwin, Frafra (son la misma hueá gritaban unos vecinos comunistas). Cierre de campañas en Curicó. Frafra en su cierre regaló lápices, viseras y libretas, Aylwin, que fue el de más público, sólo se limitó a regalar esperanza y deseos de reconciliación. Pero el Hernán Büchi, con su melena y su buzo Spoga, con el actual senador Coyoma animando y con unas modelos rubias con falditas cortas supieron hacer feliz a todo el momiaje curicano y a nosotros, que andábamos agarrando todos los regalos democráticos del tiempo. Montados en nuestras bicis, vimos como las minas rubias, al terminar los discursos, levantaron una lona y le mostraron a la gallada unos cincuenta bandejones de empanadas, en el acto un camión refrigerado se destapó y aparecieron decenas de cajas de jugos Kapo. Era la hora de almuerzo, la gente bramó y se lanzó en trance, nosotros nos metimos con las bicis a la degustación, el senador Coyoma gritaba por el megáfono que alcanzaría para todos, pero la idea era comer y llevarse kapos para la casa, el olor a cebolla era total, vi a viejujas echándose pedazos de masa desarmados a la boca, vi a un guailón reventándose la casaca de cuerina de tanto meter kapos. Al final llegó Carabineros y se llevaron a varios, mientras le seguían dando en los parlantes con el Büchi diferente.
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