Multitud está lejos de ser una revista convencional. Diseñada con una tipografía de letras enormes de color rojo soviético —entroncada en la pantagruélica estética rokhiana— la publicación es un pastiche insólito: de raigambre literario cultural, en sus páginas puede uno encontrarse con una editorial política del director, después un poema de Vicente Huidobro, luego un aviso comercial sobre Ferrocarriles del Estado y quedar con la boca abierta tras leer la primera traducción al español de Una Estadía en el Infierno de Jean Arthur Rimbaud realizada por Braulio Arenas en 1939.
Escribió Joaquín Edwards Bello en el diario La Nación: “Cuando hablo de revistas no conecto la idea de tu arte enteramente foráneo y de guerra. Multitud no se define como revista en parte del mundo impreso. Llámalo cartel lirico; llámalo exaltación de la humanidad o índice de pueblos. Llama como quieras a tu cartapacio sangriento. Cada página de él se podría pegar en una muralla y recordaría la orden de una movilización general para la Gran Guerra, cuyo término será la revisión de todas las leyes. No te conceptúo como director de revistas, sino como capitán de consciencias”.
POLÍTICA, LITERATURA, CARTAS Y POLÉMICAS
La columna vertebral de este libro la componen tres ejes centrales: política, literatura, y las diversas cartas que envió a través de Multitud a diputados, presidentes, escritores y adversarios connotados como el famoso crítico literario Alone, alias del escritor Hernán Díaz Arrieta.
A nuestro juicio, la famosa carta dedicada a Alone constituye un hito central para entender al polemista que tuvo que luchar durante gran parte de su vida contra su peor enemigo: el silencio del ambiente literario chileno.
Recordemos lo que señalaba Alfonso Alcalde pocos días después del suicidio de Pablo de Rokha: “Para darle tiraje a la chimenea funda Multitud, otra de sus trincheras ideológicas. Revista temible con antologías de sarcasmos y novedades sobre la vida privada de quienes lo silencian. Aquí los disparos abren un forado mayor. No son muchos los que se salvan de pulverizados por tamaña muestra de vendaval de adjetivos hirientes. Pablo de Rokha sigue solo. Consideran que lo plagian y la gente que compra sus libros es la menos indicada. En una oportunidad el crítico Alone, tal vez su detractor más selecto, dijo: Acero de Invierno, ¡qué hermoso título! Y qué gran talento del autor. Pero me ha insultado y vejado. Mientras tenga influencia lucharé para que no le den el Premio Nacional de Literatura”.
Aislado, pero no vencido, Pablo de Rokha junto a su mujer consigue en 1943 que el Presidente Juan Antonio Ríos le extienda una invitación para iniciar una gira por el continente americano con motivo de la antología (junto a César Vallejo y Jorge Luis Borges) en la que lo incluyó H.R. Hays, célebre escritor, antropólogo y docente de la Universidad de Yale.
En Estados Unidos el matrimonio dictó conferencias en las principales universidades del país, fueron recibidos por el Presidente Rossevelt, y leyeron poemas en el Salón de los Héroes de Washington.
Mario Ferrero, escritor, amigo y autor del ensayo, Pablo de Rokha, guerrillero de la poesía, lo narraba de la siguiente manera: “El viaje se generó en un ensayo publicado por el escritor norteamericano H.R.Hays, titulado: Doce poetas de Hispanoamérica y editado en las prensas de la Universidad de Yale. Chile figuraba representado en este ensayo por Huidobro, De Rokha y Neruda. Respecto a De Rokha, Hays emitía el siguiente juicio que no dejó de asombrar en los círculos intelectuales chilenos: —Pablo de Rokha es el centro de la tormenta de la poesía de América—. En tal forma transcendió este trabajo en los medios culturales y diplomáticos de nuestro país que don Juan Antonio Ríos, a la sazón, Presidente de la Republica, mandó a llamar a Pablo de Rokha y le propuso una misión secreta, de carácter cultural, que se desarrollaría a través de los distintos países de América”.
Multitud seguirá publicándose, y contó con la colaboración de autores nacionales como de Augusto D´Halmar, Juvencio Valle, Humberto Díaz Casanueva, Omar Cáceres, Ricardo Latcham, Jorge Millas, Fernando Alegría, Rosamel del Valle, Enrique Gómez Correa, Teófilo Cid, Eduardo Anguita, entre otros. Desde el extranjero colaboraron escritores como el poeta norteamericano William Carlos Williams y los españoles Ramón Gómez de la Serna y Juan Ramón Jiménez.
También fue el medio con que De Rokha publicó sus propios libros de poesía y ensayos, además de los textos de los otros integrantes del clan rokhiano. Ejemplo de lo primero es su famosa antología de 1942: Cuarenta y un Poeta Joven de Chile: 1910-1942, la cual cubre una lista de autores que se destacan por lo heterogéneo de sus temáticas.
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