El coalmismo tuvo como emblema a un albatros y como objetivo a la gestación de una auténtica comunidad de espíritus. A falta de manifiestos formales, sus planteos se canalizaron a través de revistas, congresos y actividades que sólo en apariencia podían ser tildadas de recreativas. Los orígenes del grupo se remontaban a la época en que los tres autores compartieron aulas en el Liceo de Talca, y a la posterior fundación —con respaldo unánime— de la Sociedad Telescópica y la Sociedad de Amigos de los Astros. Habiendo bajado ya de los techos talquinos y una vez agotados los misterios del cuarto menguante, el trío alcanzó su golden age organizando el Segundo Encuentro de Organizaciones Culturales de Chile. Realzaron este evento, entre otros, Los Inútiles de Rancagua y Los Afines de San Fernando, aunque ninguna propuesta lograría el impacto producido por los anfitriones y su ambicioso plan de fomento a la escritura: crear una cooperativa editorial, luchar para que el Estado contratara a un poeta por cada provincia (con paga digna, se entendía) y socorrer a los jubilados del gremio, siquiera en parte, con un gravamen del dos por ciento a las bebidas gaseosas no alcohólicas que se vendiesen en el país.
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