MÁS QUE VINCULARNOS CON IDEOLOGÍAS, ES EL ACTO POLÍTICO DE COCINAR LO QUE NOS VINCULA CON LA REALIDAD
—¿Qué diferencia a un frente de una olla común?
Para nosotros, el término frente habla de un grupo humano con una organización determinada. Unidxs por una misión transversal a todos sus integrantes: alimentar. Más ciertos valores que buscamos poner en juego. La olla común, por su parte, es sólo una de las actividades que realizamos dentro de un abanico más amplio.
—Recicle, colaboratividad, cariño y subversión, son las palabras que eligieron para la bajada del Instagram que exhibe su accionar como frente. ¿Nos podrían contar más acerca del valor que tienen estos términos para ustedes como organización?
Esa bajada recalca los conceptos que buscamos poner en alto. Visto desde un antes, un durante y un después de este acto que es cocinar: cómo conseguimos los insumos, de qué manera llevamos a cabo la acción, cuál es la repercusión y la mirada política que el gesto conlleva.
—En su accionar se desprenden lineamientos políticos claros: apoyo a los pueblos originarios, barrios populares, revuelta de octubre, vinculación territorial. ¿Cuál, bajo su mirada, es la labor social y política de la cocina?
Dado el contexto, estos lineamientos se hacen un poco inevitables. Pero, más que vincularnos directamente con ideologías, es el acto político de cocinar lo que nos vincula con la realidad. Por eso buscamos —a través de la entrega de comida sana y nutritiva— fomentar la colaboración. En el fondo, cambiarle el chip al individualismo. Además, como cocinerxs, es realmente un privilegio poder servirle a la gente más humilde, puesto que la restauración, como tal, es un gremio muy acomodado y a veces frívolo. Donde rara vez puedes ver la cara a quienes prueban tu comida.
Por otra parte, la cocina es un canal de cambio importante en la forma de comprender el mundo. Siempre lo ha sido. Como seres humanos hemos evolucionado en la medida que logramos entender cómo funcionan y repercuten los alimentos en nuestras vidas. Desde la invención del fuego hasta la revolución industrial.
Al final del día, si logramos sembrar valores benévolos a través de la cocina, tendremos la certeza de que estamos haciendo lo correcto.
—¿Cómo consiguen los insumos desplegados para sus acciones gastronómicas?
La recolección de insumos es variada. Parte desde el aporte en plata o mercancía de quienes colaboran voluntariamente con nuestro proyecto.
Actualmente, el reciclaje de alimentos está más complicado por la pandemia y por el peligro que conlleva exponer tanto a los integrantes de nuestro colectivo como a las personas para las que cocinamos.
—¿Cómo es un día de trabajo del Frente?
En este momento, estamos cocinando 3 veces a la semana. Para Macul, La Legua y Lo Hermida. Con respecto a la rutina de trabajo, el último día de la semana zanjamos los menús que vendrán en la próxima. Cada uno se mueve con los proveedores que conoce y, entre todxs, nos organizamos para hacer llegar la comida al lugar de producción. Nos juntamos temprano 4 cocineros. Luego llegan otros dos que se encargan de llevar la comida, y así nos vamos alternando según disponibilidad. Somos un grupo de 8 y, al presente, entregamos más de 600 raciones semanales. Siempre enfocados en brindar platos con alto valor nutricional.
—Para concluir, con relación a su participación en Abstemios & Ascetas. ¿Por qué buscan poner en valor el plato que eligieron cocinar para la sección Recetario popular?
Papas con mote es una receta local, clásica y medio olvidada. Una preparación que, bien ejecutada y con los regaloneos pertinentes, es una verdadera delicia.
Ponerla en valor va un poco de la mano con hacer llegar una buena receta a quienes la hayan probado alguna vez y darla a conocer a los que aún no han tenido el gusto. Es un plato medio caldeadito que calienta el alma y forma parte del menú de la semana que se viene para el Frente.
**