SHAKESPEARE REVISITED
Estoy bajo un cielo que amenaza tormenta eléctrica.
Estoy en Suburbia, el corazón de las tinieblas de Night Citi.
Estoy con mi dosis exacta de droga deja vu entre ceja y ceja
en uno de esos cinematográficos tiempos muertos de la madrugada
infinita
que siempre nos conducen a ninguna parte lejos de aquí.
La radio transmite entusiasta The Raven, de Lou Reed,
y hojeo distraídamente La comedia de las equivocaciones
de Shakespeare, el infalible, que alguien dejó olvidado
en el taxi:
“Dicen que esta ciudad está llena de truhanes,
de rateros listos que engañan la vista,
de nigromantes que trastornan el juicio,
de brujos asesinos del alma que deforman el cuerpo,
de impostores disfrazados,
de charlatanes sinvergüenzas.
Si es así, partiré a escape".
Aquí también es hora de partir y parto
sin dolor, sin pena, sin olvido
sin nada en las inefables entrañas del alma
atropelladamente acelerado con The Raven a todo volumen
y el humo tronando a destajo en el tubo de escape
y el olor a caucho y las ruedas chirriando su huella en el
frío cemento
de esta ciudad de utilería hard:
Il mio supplizio.
FINAL DE RECORRIDO
Era una pura facha parada con las piernas abiertas
en todas las esquinas licenciosas de la noche
esperando el abrazo de cualquiera
Ella, la puta más linda de Night Citi.
Yo la levantaba muy frecuentemente
de sus afiebrados y herejes territorios
primero, porque como ninguna sabía
a uno hacerlo ver estrellas y polvos de colores
a capella
y, segundo, porque también era una buenísima compañía
sobre todo cuando se estaba triste, desalado y solo
en el Bar Terminal de tanta y tan vaga poesía
frente a unas siempre breves líneas de coca
o a media docena interminable de cervezas.
Su sexo no era deste mundo.
Esta madrugada la han encontrado en un baldío
de primera plana roja y estelar
entre sirena y sirena de la policía
desnuda
y acuchillada hasta por lo inimaginable.
Repito: su sexo no era deste mundo.
Yo voy rodando y rodando por la alevosa citi
en este taxi amanecido y solitario y lamentando
su muerte en los bajos fondos del alma
y también mucho,
muchísimo más cerca de mis urgentes sex pistols
mientras suena con insistencia en la radio
“Into the night”, de un tal Benny Mardones
y pienso en Pier Paolo Pasolini
allá en Roma, la loba, buscando un poco de amor callejero
hace ya no sé cuanto tiempo de películas ultraviolentas
y arranco a perderme a 180 kilómetros por nada.
"Aquí todo tranquilo y solo como nunca.
Por favor, un minuto de silencio
por la difunta más ardiente de toda la galaxia Playboy
que a estas alturas, no me cabe duda,
ya debe estar qué rato tirándose a Dios/
CAMBIO Y FUERA".
A VELOCIDAD DE CRUCERO
Voy por la Costanera de los desesperados
solo
a velocidad de crucero
en este taxi negro y fiel como la malavida
o la música de los sesenta en la radio
viendo pasar putas pasar putas en busca de clientes
y urgentes parejas que tiran aquí y allá
disimuladamente al borde de la ley
y de un mar negro rielado apenas
por una luna miserable.
La Costanera de los desesperados
es lejos el lugar más triste de la citi
solo
a velocidad de crucero
con la radio apestando toda la maldita noche exclusivamente
canciones de mal amor.